Depurando La Mente

Enclaustrado en lo más lóbrego y ufano de tu olvido, donde ya no hay luz, ni se escuchan con agrado los cánticos que en otros días fuesen el lobby a una hermosa época que nos robara sonrisas y satisfacción; ahí, alejado de todo e inmerso en tanto me encuentro.

Postrado en el vestigio de una ilusión desleída, aun pareciera que suspendido me hallara regando los pinos que ya han perdido las hojas, árboles que forasteros adornaran el recinto donde nos encontráramos, a las luces se les ha desfallecido su refulgencia y bajo el pino deshojado yacen los regalos que jamás abriste, las promesas que jamás cumpliste, las mentiras que me entregaste.

Se cuece entonces entre sonrisas lejanas y abrazos frívolos, la ocasión perfecta para empuñar la copa una vez más, pero no por alegría, no por ese sentimiento que pulula en el ambiente, en las calles, en la tele, en la radio y que amenaza por infectarme de sentimientos e ilusiones infantiles; se hace la ocasión perfecta para apretar la copa una vez más como un puñal que abra otra vez las heridas que para esta época si brillasen e inquietan el olvido, despertando la bestia que he castrado en procura de encontrar tranquilidad y paz.

Henchido de nostalgia y odio, valoro más tus últimos presentes, que a mi llegaron como una jauría de ensordecedores cuervos y que una vez depurada el alma y lograda la calma, dejaron tal enseñanza que el odio se convirtió en gratitud.

Ahora espero la media noche y mientras la sonrisa se me hará postiza, sentiré quizás el vacío de nada pero me alegraré por la libertad de mis sentires que campean en un cielo distinto y más real, lejos de la utopía en la que intentamos apostar a lo intangible, a lo efímero, a lo de los dos.

David Felipe Morales

16 de Diciembre 2013