Imposible no caer en redundancia, plagiar obras que destilen pasión, redactar premisas adecuadas que no terminen en un punto ciego o quedar sin palabras, incompleto y en sepulcral silencio cuando de ella hablo.
Estrellas, sol, oro, refulgencias frágiles si logro hacer que sonría, si logro que su mirada brille con un detalle que no colme sus manos pero que estremezca su alma.
Tanta delicadeza en el beso inocente, en la pureza del primer amor, en la brisa de verano, comparaciones infames si acaricio su piel, que siempre cálida, que siempre suave, que siempre llena de energía, que alimenta el alma, que embriaga el corazón.
Y con el mismo ímpetu que me invade para cazar atardeceres, estrellas fugaces, arco iris, me dispongo a mirar su desnudes, el reflejo de la luna en su piel, cuando delinea su cauda como amanecer tragándose la penumbra, cuando dibuja sus labios el tímido sol, cuando la luz se hace sombra en las cavernas de sus ojos cerrados.
Imposible no escribirle, pensarle, anhelarle, despertar a media noche y mirar como es un ángel que pernocta.
David Felipe Morales
17 de Junio de 2015