Pasa la vida frente a nuestros ojos, vivimos sin percatarnos de las grandes fortunas que consigo traen los días: caminar sin apoyo, respirar sin asistencia, vivir plácidamente.
Pasan los días y priorizamos razones que suelen ser tan endebles, alimentando necesidades irreales, las pasiones se hacen bienes adquiribles, y vivimos sumidos en una cobardía a sentir y expresar.
Ya no se habla, la vida trae consigo un afán desmesurado, poco se lee en papel y el recuerdo suele tener un sabor más corto que el de un suspiro. Dormimos, despertamos, los sueños se hacen intermitentes y alimentan pobremente el alma, los pensamientos atiborrados de una insulsa existencia cargan el cerebro y de a pocos ya no ansiamos caricias ni besos.
Péndulo que no se detiene, estruendo por doquier de alegorías insulsas a una belleza predispuesta, apagamos la luz para amarnos, decimos verdades a medias, sonreímos sin razón y así vamos sazonando los días, hasta que la muerte se regocije al final de nuestrodespojos.
Voy a detenerme así de mí digan que desperdicio el tiempo, voy a regalarme unos minutos para admirar las pequeñas cosas con el esmero que las colosales requieren.
Degustaré de esas miradas pícaras que embriagan más que perfumes costosos. Menos miradas a esas caudas prominentes, menos placer edificado sobre un busto sobresaliente; seré más que un ladrón de sonrisas.
David Felipe Morales
14 de Julio de 2015