CULPABLE MALHECHOR

Suele no poder separarse el encanto de un sentimiento profundo pero quizás efímero y la pasión desbordada que toman forma en un mismo ser, incoando entre ellos dos una bipartita guerra que suele mancillar la palabra y los derroteros que se hacen confusos hacia ese corazón esquivo.

Suelen tener espinas las rosas más bellas, púas escondidas entre los pétalos más carmesíes, en lo más profundo de su belleza, y se cercena algo de su beldad misteriosa para poder así prendarles sin que se cause herida.

Suelen algunos ofrecer amistades perversas, cuasi mezquinas, quienes aman en silencio, quienes desean desde el alma, quienes atesoran soledades.

Suelen nacer sobre las tumbas los jardines más bellos y floridos, brotar vida sobre el fallecimiento sin que se turbe o se limite la existencia y la extensión de la vida.

Suele haber tantos sabores en un encuentro, en una mirada imprevista, en un acercamiento no augurado, dos planetas con sus satélites estrellándose entre sí, formando una nueva galaxia.

¿Y el amor a primera vista?, ese gusto insondable que emerge como el sol en el horizonte sin explicación y sin permiso turbando todo alrededor.

¿Culpable y malhechor aquel que sostuvo la mirada o aquel que dejó esa sonrisa en el aire, o el que lanzó la primera palabra?.

No se es culpable por la reacción química, no es malhechor quien sucumbe ante el desmedido encanto; pero quien no lo oculta y con valentía lo hace evidente, ese sí, ese es tildado de intenso, ese es culpable, ese es quien no esconde ni disimula y toma la sinceridad como bandera.

David Felipe Morales
26 de Septiembre de 2015

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