Quiero sentir desvanecerse mis miedos y temores más necios, cuando su cuerpo arremeta sin medida con la violencia de las olas en un acantilado.
Quiero sentir como su dulce saliva se hace lava hirviente y delinea con lujuria mi cuerpo, dejando destellos que aviven su obsesión y desencadenen tal frenesí que se haga necesario implorar delicadeza.
Quiero sentir sórdidos estruendos corporales rompiendo el silencio, sentirme en una encrucijada, perdido entre anhelarle febrilmente y temerle.
Quiero naufragar en la vertiginosa tormenta de su sexo, sentir el júbilo inclemente de dos planetas colisionando, fuerza desmedida, desaforada palpitación, pecado encarnado en un lecho, cielo e infierno, paraíso y desierto, horror y placer.
Quiero que tatúe mi piel e invada con angustia toda mi humanidad desolada, con las tropas furibundas de su deseo.
Quiero sentir insuficiente la respiración, un colapso nervioso y desfallecer tras un último beso.
Quiero angustia y deseo, calor y frío, muerte y vida, ambivalencia.
David Felipe Morales
23 de Abril de 2015