Noche de carestía.

Se marchitan mis labios en la ausencia del rocío de esos besos, la piel desértica y huérfana de las caricias y un corazón silente con un palpitar menguado, acompañan la noche trémula de sueños fugados, donde las estrellas parecen haberse ido tras esa última mirada.

Ya cruzado el límite del desespero y sin un centímetro más en esta cama vacía que no haya recorrido, la noche me destila gotas amargas de esta soledad que me abraza.

Recuerdos e imágenes mantienen la cordura en vilo, preguntas germinan como en el atardecer las luciérnagas.

Donde estarán esas manos que queman la piel cuando en mi espalda caminan, donde estará el suspiro que estremece mi espíritu.

Deshojaré rosas invisibles, contaré estrellas ocultas tras las nubes de este cielo que parece adornar la soledad, pondré nombre a cada minuto, mientras perfilo la ilusión de que con el sol vuelva a mis brazos la vida personificada en la silueta de ese seno desnudo, y en medio de esta noche tan colmada de carestía le anhelaré en abstracto.

David Felipe Morales

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